A principios de agosto, se difundió la noticia de que 18 neonatos habían muerto por la simple falta de unos insumos que cuestan $2,20 en el hospital universitario de Guayaquil. Sin embargo, el ministro de Salud Pública, Jimmy Martin, aclaró que “La cifra de 18 neonatos que hayan fallecido es falsa”.
Ah, menos mal, ¿verdad? Pues no. Porque lo único que aclaró nuestro ilustre ministro es que no fueron 18, sino 12 angelitos que murieron. Como si eso hiciera la diferencia, como si el dolor de doce familias fuera menos doloroso que el de dieciocho. ¡Un aplauso para la lógica oficial!
Pero aquí viene lo mejor: el ministro tuvo la audacia de declarar que «todos los que dijeron e hicieron eco de que se habían reutilizado las cánulas le han mentido a la ciudadanía». Claro, porque en un país donde el presupuesto de salud se evaporó como agua en el desierto, la idea de que reutilicen insumos médicos es completamente descabellada.
Mientras tanto, en la realidad paralela donde vive este gobierno, los recortes al sistema de salud son solo una ilusión óptica. Desde que Daniel Noboa asumió el poder, el Ministerio de Salud ha sufrido una reducción de 421 millones de dólares en su presupuesto.
2023 y 2025, un recorte del 23,5%. Y lo más grotesco: el presupuesto para alimentación, seguridad y limpieza de los hospitales se desplomó de 115,8 millones a 37,2 millones de dólares, un recorte del 67,8%. Porque al parecer, los pacientes pueden curarse con aire puro y buenas vibras.
Pero así es este gobierno: expertos en malabarismos semánticos cuando lo que está en juego es la vida de los más vulnerables. Siempre la misma sinfonía desafinada: que si hay gente que los quiere sabotear, que si los medios manipulan la información, que algo habrán hecho los afectados «para llegar a esa situación», que estamos llenos de corruptos y conspiraciones que les quieren arrebatar el poder a como dé lugar.
El ministro Martin no tuvo mejor idea que culpar a un «brote epidemiológico» por la bacteria Klebsiella pneumoniae , como si las bacterias fueran entidades políticas opositoras. Dos bebés murieron directamente por esta infección, pero los otros diez siguen siendo un misterio. Un misterio tan conveniente como oportuno.
¿Y qué importa entonces que asesinen niños en barrios pobres o que fallezcan bebés en hospitales públicos? Porque al final del día, los Noboa Valvonesi pueden darse el lujo de tener más hijos que nacerán cómodamente en hospitales de Estados Unidos — hospitales con insumos, con recursos, con protocolos que acá parecen un lujo imposible de alcanzar.
Porque acá lo mínimo que pedimos es que no los traten como basura.
https://www.radiopichincha.com/bebes-muerte-hospital-universitario-guayaquil-canulas-contaminadas