QUITO, BERLÍN, MADRID – Lo que empezó como una tarde normal de scrolling en redes sociales terminó en crisis existencial para Alfredo T., un ciudadano promedio que hasta hoy creía que cumplir con su deber democrático consistía en votar, subir una selfie con el certificado de votación y quejarse sin parar los otros 1.459 días.
Todo cambió cuando, por error, Alfredo hizo clic en un artículo titulado “Democracia también es participar, fiscalizar y organizarse”. Tras leerlo, fuentes cercanas aseguran que se quedó mirando al vacío durante 37 minutos, murmurando frases como “¿entonces hay que leer leyes?” y “¿cómo que tengo que exigir rendición de cuentas yo mismo?”.
“Yo pensé que eso lo hacían los políticos buenos. O los activistas. O alguien con más tiempo y menos ansiedad”, dijo Alfredo, visiblemente afectado.
“Nunca firmé nada que dijera que tenía que estar informado todo el año. Esto es un abuso.”
“A mí nadie me avisó que tenía que pensar”
El caso de Alfredo no es aislado. Según un reciente informe del Instituto Internacional de la Democracia Selectiva (IIDiS), el 78% de los ciudadanos en regímenes democráticos asume que el trabajo cívico termina al poner una papeleta en una caja cada 4 años. El otro 22% está demasiado ocupado haciendo memes de Bukele como para responder encuestas.
“Estamos viendo brotes de conciencia cívica espontánea que causan efectos secundarios graves: lectura compulsiva, participación en cabildos ciudadanos, incluso intentos de entender la Constitución”, señala Clara Sarabia, politóloga y activista, mientras distribuye volantes que nadie lee.
Gobiernos reaccionan: “Tranquilos, igual no pensamos hacerles caso”
Ante el pánico colectivo, varios gobiernos han emitido comunicados pidiendo calma. El Ministerio del Voto Terapéutico de Ecuador aseguró que “la democracia emocional es más importante que la real” y que se implementarán más campañas para recordar a la gente que “lo importante es votar con fe, no con conocimiento”.
Mientras tanto, en redes sociales, miles de usuarios están compartiendo testimonios bajo el hashtag #YoTambiénPenséQueEraDemocracia, en los que relatan su caída al abismo de la participación ciudadana.
“Yo solo quería quejarme sin culpa. Ahora tengo que ir a asambleas barriales los jueves y encima me piden que lea un reglamento. Esto es terrorismo cívico”, escribió @LatinoApático92.
Fuentes oficiales recomiendan no investigar más al respecto y mejor esperar las próximas elecciones, donde todo volverá a sentirse como un juego de reality show con consecuencias reales.