Quito / Caracas — El presidente venezolano Nicolás Maduro ofreció este martes su “solidaridad revolucionaria” a Luisa González tras su derrota en las elecciones ecuatorianas, asegurando que está dispuesto a prestarle las actas de sus propias elecciones como respaldo simbólico. “Si no tiene pruebas del fraude que le hicieron, puede usar las mías”, declaró con generosidad bolivariana, desde una transmisión en vivo interrumpida por problemas de conexión de CANTV.
Mientras, sus compañeros del movimiento Revolución Ciudadana no han respaldado la acusación. Ni Pabel Muñoz, ni Aquiles Álvarez, ni Marcela Aguiñaga han pronunciado la palabra “fraude”. Algunos incluso se limitaron a felicitar al nuevo presidente, Daniel Noboa, con un tono tan institucional que dolió más que el silencio.
Como gesto diplomático, el equipo de relaciones exteriores de Venezuela anunció el envío de una caja cerrada a Quito, que supuestamente contiene las actas de las últimas elecciones venezolanas, “bajo la advertencia de que no deben ser abiertas jamás”, por razones de seguridad y porque, sinceramente, nunca existieron.
Expertos coinciden en que la derrota de González, mucho más abrumadora de lo previsto, pudo haber sido sellada durante el debate presidencial, cuando declaró que reconocería al gobierno de Maduro. Una muestra de lealtad internacional que terminó espantando votantes más rápido que un apagón en PDVSA.
Al cierre de esta edición, Luisa continúa exigiendo un recuento “voto a voto”, aunque el resultado ya haya sido contado, auditado y asumido por todos… menos por ella, Correa y Caracas.