Efraín Fuerez murió porque lo obligaron a protestar.
Pero no los dirigentes, como repiten los que consumen Radio Centro sin cuestionar nada.
Lo obligó algo mucho más poderoso: su propia conciencia.
Y eso les arde.
Radio Centro replicó un video sin verificar: «La viuda responsabilizó a los dirigentes. Su pareja fue presionada para participar en las movilizaciones, lo que lo expuso a riesgos innecesarios y derivó en su deceso.»
Sin confirmar. Sin contrastar. Sin vergüenzas.
Chequeando información con el mismo rigor que Noboa cumpliendo promesas de campaña. Es decir: cero.
Y María Guitarra, en medio de su duelo, tuvo que salir a aclarar: «Nadie nos obligó. Él fue a luchar por justicia para el pueblo de Otavalo y por la liberación de los detenidos.»
De su boca. La viuda. La que vivió con él. La que lo conocía.
¿La respuesta? La acusaron de estar pagada. Manipulada. Amenazada.
Demostrando ese racismo estructural de siempre. Porque aceptar que Efraín salió por convicción significaría aceptar tres cosas que les rompen su burbuja:
Que los indígenas piensan por sí mismos y no son títeres.
Que la protesta es legítima.
Que el problema real son las políticas de Noboa y los militares que disparan.
Y eso no les conviene.
Pero Radio Centro es solo un ejemplo. Lo peor son todos los que siguen compartiendo esa mentira porque les confirma lo que ya querían creer.
Los que no pueden concebir que alguien salga a protestar sin presiones o sin dinero.
¿Y saben por qué insisten tanto en la narrativa de que «les obligan»?
Porque ellos solo saldrían si les obligaran o les pagaran.
No tienen conciencia propia. Entonces proyectan su propia miseria moral en los demás.
Efraín no murió defendiendo su individualismo. Murió luchando por los suyos. Que somos todos nosotros.
Y tú, si compartiste esa mentira: ¿vas a reconocer que te equivocaste o vas a seguir repitiendo lo que te conviene creer?
Comenta si te atreves.