El Papa Francisco muere justo después de condenar el genocidio en Gaza: ¿Coincidencia? no lo creo

Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco falleció este lunes a los 88 años, apenas un día después de condenar públicamente —una vez más y sin anestesia diplomática— el genocidio en Gaza. En su última bendición Urbi et Orbi, pidió un alto al fuego, calificó la situación como “inaceptable” y se despidió del mundo con el mismo tono que usaba Jesús cuando echaba a los mercaderes del templo.

Sí, estaba enfermo. Tenía un pulmón menos, una rodilla de treintañero y problemas para respirar. Pero seguía vivo. Muy vivo. Demasiado vivo, dirían algunos.

Un día después de hablar claro, su corazón decidió dejar de colaborar. El Vaticano lo calificó como una “muerte natural”, lo cual es cierto: en este mundo, decir la verdad en voz alta suele llevar naturalmente a una muerte.

“El Santo Padre partió en paz, sin causas externas, sin intervención alguna, sin que nadie se haya molestado por sus palabras sobre Palestina. Qué ocurrencia”, declaró un portavoz vaticano mientras un cardenal desconectaba discretamente las cámaras de seguridad del último Ángelus.

Consultado por EL MERCIO, el Mossad no respondió preguntas. Solo envió una imagen: una paloma blanca con un punto láser rojo en la frente.

Desde Israel, silencio. Aunque se filtró que un asesor de Netanyahu habría pronunciado un sobrio “bueno, uno menos” mientras servía whisky en una copa de plomo.

Francisco fue el primer Papa en siglos que insistía en actuar como si Jesús hubiera sido pobre, migrante y —peor aún para algunos— palestino. No fue neutral. No fue cómodo. No fue útil a los intereses globales.

Y lo hizo a pulmón. Bueno, a medio pulmón.

Ahora que ha partido, se esperan homenajes solemnes, pero también cierta tranquilidad en las salas de guerra y los salones diplomáticos del mundo.

El funeral será sobrio: sin banderas palestinas, sin discursos incómodos, sin menciones a nada que no esté aprobado por el Departamento de Estado.

Desde el cielo, Jesús lo recibió con un “te hiciste esperar, che”.

Desde la Tierra, alguien en Tel Aviv marcó mentalmente un ✔ en la lista de “ruidos molestos eliminados”.