Quito, Ecuador – Un restaurante del sector La Mariscal ha sido aclamado por círculos eco-gourmet tras viralizarse un video en el que su equipo de cocina lava papas directamente en la calle, usando el agua de lluvia que serpentea por las veredas quiteñas con toda la pureza que permite el tránsito local.
Aunque varios ciudadanos expresaron preocupaciones sobre salubridad, otros –más sintonizados con la vanguardia ambiental– aplaudieron la iniciativa como una forma de “reconciliarse con los ciclos naturales del asfalto”.
“Este tipo de prácticas nos devuelven a nuestras raíces. No a las de las papas, sino a las del pensamiento ecológico decolonial”, afirmó Camila de los Álamos, fundadora del colectivo EcoVereda Consciente. “Hay que dejar de romantizar el agua potable, eso es parte del relato higienista occidental que nos oprime.”
El restaurante, que ofrece platos como ceviche emocional con esencia de microplásticos y hamburguesa de quinoa con desigualdad estructural, ha sido nominado al premio “Green GastroRevolución 2025” en la categoría “cocina regenerativa sostenible de bajo presupuesto”.
El chef, quien pidió el anonimato “por si acaso la ARCSA”, defendió la técnica como “un acto de resistencia climática y creatividad logística”, asegurando que “el agua de lluvia ya viene con los minerales, bacterias y relatos que ninguna botella, ni siquiera de agua Fiji puede ofrecer”.
Al ser consultado sobre los riesgos sanitarios, el colectivo respondió con un comunicado impreso en hojas de plátano reciclado: “La higiene también es una construcción cultural”.
Críticos más asépticos y escépticos señalan que esta práctica no es tanto una innovación como una vieja costumbre rebautizada con pretensiones. “Lavar papas con agua de lluvia ha sido parte de la vida cotidiana de muchas familias rurales desde siempre. Ahora lo llaman ‘hidrointervención urbana’ y le dan premios”, comentó un sociólogo sin cargo pero con criterio.
Lo mismo ocurre —dicen— con otras modas: secar ropa al sol ahora es sundrying, hervir con leña es cocción ancestral de baja huella, y colar café en media vieja se ha convertido en filtrado textil circular.
“Básicamente es lo mismo que hacía tu abuela, pero con un nombre en inglés y un taller de 45 dólares”, añadió otra fuente, visiblemente agotada por la tendencia de resignificar la pobreza como estilo de vida sustentable.
A pesar de las críticas, los defensores del proyecto insisten: “Si tus papas no tocan el suelo, ¿de verdad estás conectado con la Pachamama?”
Por su parte, el Ministerio del Ambiente aplaudió la práctica como “una expresión legítima de economía circular”, mientras la ARCSA dijo que visitará el restaurante “en cuanto deje de llover”.
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